Era la primera mujer, y además abiertamente de izquierda, que llegaba al Consejo Superior de una universidad pública pero conservadora. A causa de mis actividades como integrante del movimiento estudiantil, en noviembre del 2004, una patrulla del ejército entró en la facultad de derecho de mi universidad a preguntar dónde me encontraba. Por suerte estaba fuera de la universidad; eso me produjo pánico. Al tiempo llegaron las amenazas. Es algo terrible porque comienzas a alejarte de tus seres queridos para protegerlos, sabes que los paramilitares los van a asociar a tu movimiento y posiblemente, amenazar también sus vidas. Creo que haber luchado por el carácter publico de la universidad, haber vivido la violencia de una forma tan cerca por mis convicciones políticas, y haber podido conocer algunos movimientos sociales en Colombia hicieron que la defensa de los derechos humanos se convirtiera en mi proyecto de vida.